Una auditoría energética, consiste en analizar el estado real del edificio y sus instalaciones, es decir, realizar un estudio de los consumos energéticos y del comportamiento térmico de la envolvente de los edificios (por ejemplo, mediante el uso de herramientas de simulación para la evaluación de la demanda del edificio y la previsión de consumos en la situación actual del edificio).
Este análisis nos proporcionará información sobre las medidas más adecuadas a ejecutar (medidas activas y pasivas con el fin de obtener una mayor eficiencia energética de las instalaciones, un mayor confort higrotérmico y una mejor calidad del aire), así como el coste estimado de las mismas.
En definitiva, realizar una diagnosis del edificio para poder mejorar la calidad de vida no solo de los habitantes que residan en él, sino también mejorar el impacto ambiental que genera su actividad.
Así pues, realizar una auditoría energética implica las siguientes fases:
1- Evaluar la situación actual del edificio en los siguientes aspectos:
Analizar la envolvente térmica del edificio mediante herramientas como las cámaras termográficas, para poder identificar la existencia de puentes térmicos (zona puntual o lineal, de la envolvente de un edificio, en la que se transmite más fácilmente el calor que en las zonas aledañas, debido a una variación de la resistencia térmica. Se trata de un lugar en el que se rompe la superficie aislante.)
Analizar la eficiencia energética de los sistemas instalados (sistemas de calefacción, refrigeración, ventilación, iluminación y ACS). Rendimiento de las instalaciones interiores.
2- Evaluar los consumos energéticos del edificio:
- Análisis del consumo de energía (combustibles y electricidad), mediante facturas de combustibles, electricidad, agua, etc.
- Conocimiento de las demandas: Horarios, temporalidad de demandas, etc.
3-Propuestas de medidas de mejora:
Medidas pasivas: Mediante actuaciones en la envolvente térmica del edificio (aislamiento de cubierta, muros de fachada, huecos y suelos, sustitución de carpinterías).
Medidas activas: Mediante actuaciones para la renovación, adecuación o implantación de instalaciones (sistemas solares térmicos, sistemas de iluminación, sustitución de aparatos elevadores, sustitución de calderas centralizadas por calderas con mayor eficiencia, etc.)
Por ejemplo, en una vivienda estándar para una familiar de cuatro o cinco personas se necesitaría un depósito de ACS de unos 200 l. Un equipo convencional para calentarla tendría un consumo de 1.500 Wh, mientras que un equipo de aerotermia calienta el mismo volumen de agua con 700 Wh. Lo que supone un ahorro energético notable.