La luz es una necesidad humana elemental y una buena luz, por tanto, es esencial para el bienestar y la salud de las personas que habitan una vivienda. La iluminación debe servir a dos objetivos fundamentales: Garantizar las óptimas condiciones para desarrollar las tareas correspondientes, y contribuir a una atmósfera en la que el residente se siente confortable. Todo esto garantizando la máxima eficiencia energética posible.
Este último punto es muy importante, ya que la utilización de iluminación eficiente, mediante luminarias de alto rendimiento (luminarias que posean mayor eficiencia en la relación lumen/vatio), unidas al uso de sistemas de regulación y control adecuados a las necesidades de la estancia a iluminar (apoyo en la domótica), permite tener unos buenos niveles de confort sin sacrificar la eficiencia energética.
Por lo general, más del 20% del recibo de electricidad se lo lleva el apartado de alumbrado. Con el empleo de bombillas de bajo consumo reducimos considerablemente el consumo energético y las emisiones de CO2.
En el interior de una vivienda debemos prever como proyectistas principalmente tres tipos de alumbrado:
Alumbrado básico
Es la fuente principal para la iluminación de una habitación. En la mayoría de las viviendas hay apliques en techos: pero estos causan sombras y brillos. Una luz más suave y general crea un alumbrado más agradable.
Alumbrado de trabajo
Para determinados tipos de actividades, como cocinar, leer, por ejemplo, se requiere una luz más intensa. Con este fin, conviene utilizar pantallas que dirijan el haz de luz hacia la zona de trabajo.
Alumbrado decorativo
La Luz también se utiliza para producir un efecto estético. Cuantos más puntos de luz se instale, tanto mayor será la flexibilidad de la iluminación.
Estos tipos de alumbrado se consiguen instalando el necesario número de focos de luz. Existen en el mercado diferentes tipos de alumbrado, con globos transparentes, blancos o de suaves matices, de distintas formas y tamaños, que se pueden clasificar en:
Lámparas halógenas
Podemos decir que se dividen en dos grupos, las que precisan transformador (normalmente ya viene incorporado en el aparato equipado con este tipo de lámparas), y las de última generación, que no lo necesitan.
En el primer grupo, están englobadas las cápsulas y las minirreflectoras (dicroicas).
El segundo, de más reciente aparición, lo forman las denominadas de doble envoltura o las de tipo par–reflectoras, y se instalan como una bombilla convencional, además pueden ser manipuladas con los dedos sin ningún problema.
La cualidad de todas las halógenas es su luz blanca y brillante y su calidad no decrece con el tiempo.
Son aconsejables para el alumbrado decorativo, en lámparas de pie o para el resalte de todo tipo de objetos. Su potente luz hace que se puedan utilizar con excelentes resultados como alumbrado indirecto en el bañado de paredes y techos, y en tareas como coser, leer, etc.
Alumbrado fluorescente
Este tipo de iluminación es realmente rentable debido a su duración. Es importante tener en cuenta que existen en el mercado distintos fluorescentes, dependiendo del lugar a iluminar, determinándose así, la utilización de una u otra lámpara.
Donde sea importante la reproducción de los colores, por ejemplo: en la cocina, sala de estudio o zonas de descanso, debemos usar fluorescentes de luz cálida; son un poco más caros, pero a la corta compensan, ya que aportan al entorno un alto grado de confortabilidad, evitando en la piel ese color frío y blanquecino que dan los tubos corrientes. En zonas de paso, exteriores, garajes, escaleras, etc. podemos usar fluorescentes de luz estándar.
Son aconsejables para dar luz a aquellos lugares donde precise una iluminación semipermanente o con más de 4 horas de uso diario: cocinas, pasillos, entradas, garajes, baños, zonas de trabajo y estudio, etc.
Lámparas de bajo consumo
Donde cabe una bombilla normal, cabe una de bajo consumo.
Tienen una duración aproximada de 9 años (10.000 horas de vida) llegando a economizar hasta el 80%de energía eléctrica, aunque su coste de adquisición es bastante mayor. Son ideales para lugares donde se necesite más de 2 horas diarias de encendido, tanto en el interior como en el exterior. Por su bajo coste pueden permanecer encendidas y actuar como luz de vigilancia en pisos y chalets, en ausencias continuadas. Son, también, más ecológicas, ya que reducen sustancialmente las emisiones de CO2, que son nocivas para el medio ambiente.
Además de las lámparas de bajo consumo convencionales existen las lámparas de bajo consumo de tipo electrónico (LED). Se distinguen entre sí, principalmente, por el peso: las convencionales suelen pesar más de 400 g y las electrónicas pesan unos 100 g. Estas últimas aguantan un mayor número de encendidos y apagados.
Es conveniente instalar las bombillas de bajo consumo en los puntos de iluminación con mayor número de encendidos al año. Es decir, ponerlas en aquellas habitaciones de uso más continuado, pues el encendido y apagado frecuente de dichas bombillas reduce su vida útil.
Puede elegirse la tonalidad de luz de la bombilla de bajo consumo de acuerdo con las necesidades y gustos. Existe una amplia variedad de gamas.
Lámparas LED
Son sistemas luminosos de alta tecnología y productos ecológicos aplicables a la arquitectura sostenible.
Constituyen lo último en innovación lumínica, ofreciendo como ventajas: bajo consumo, alta durabilidad, mantenimiento controlado, inocuidad al medio ambiente, no emiten rayos UV y son de alto atractivo visual. Se empezaron a utilizar en el alumbrado de pantallas de cristal líquido (teléfonos móviles, calculadoras, agendas electrónicas, etc.), de pantallas informativas y en los mandos a distancia de televisores y otros aparatos y equipos.
Actualmente se dispone de tecnología que consume un 92% menos que las ya prohibidas bombillas incandescentes de uso doméstico común y un 30% menos que la mayoría de los sistemas de iluminación fluorescentes, pudiendo durar hasta 20 años. Se fabrican en diversas formas: apliques, bombillas, etc. y se emplean tanto en la iluminación de exteriores como en interiores.
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