Andalucía es una de las comunidades más pobladas de España, cuyo principal motor económico es el turismo y la agricultura (que representa una cuarta parte de la economía). En estos tiempos convulsos de pandemia por la Covid19, ambos sectores se han visto resentidos, pero poco a poco están volviendo a resurgir.
El encarecimiento del precio de los combustibles y de la electricidad ha hecho mella en el sector agrícola y ganadero, y las energías renovables se presentan como una solución a corto plazo muy efectiva. Los efectos del cambio climático han hecho que esta comunidad pueda encontrarse en un riesgo importante. La escasez de lluvia en estas épocas del año ha hecho que el cauce del Guadalquivir se reduzca hasta el punto de estar a niveles próximos a la sequía. En la reciente Cumbre del clima celebrada en Glasgow se han comentado la gestión de las situaciones climáticas de países, comunidades y regiones, con la conclusión final de que en muchas de ellas las medidas han sido poco eficientes y muy mejorables.
Es en este escenario, en el que muchas comunidades, además de la andaluza, ven en la inversión en el sector de las energías renovables una oportunidad de mejora del medio ambiente (la llamada “Green Revolution”) y de incremento de la creación de empleo, otro de los problemas que azotan a España desde que la pandemia llegó al país y del que se está recuperando poco a poco.
Este paradigma se presenta como un cambio paulatino y escalonado, pero a corto plazo en términos de años. Desde hace tiempo, en la industria andaluza se han aplicado medidas ecológicas, obteniéndose datos muy esperanzadores; Andalucía ha logrado que en torno al sesenta por ciento de la energía que se produce sea limpia y sin emisiones de dióxido de carbono. Este dato posiciona a Andalucía como una comunidad en el buen camino hacia la solución para el cambio climático, ya que uno de los objetivos de la Cumbre de Glasgow es reducir un 40% las emisiones de gases de efecto invernadero para dentro de 10 años.
Son varios los proyectos que ya han comenzado su andadura en dicha comunidad. Empresas como Repsol o Iberdrola, que quieren buscar un papel importante dentro del sector de las energías renovables, como pueden ser instalaciones de huertos solares o de plantas fotovoltaicas en zonas de Cádiz, que complementarían otras plantas ya instaladas en otras provincias, y de otra docena de huertos solares más repartidos por la geografía andaluza.
La inversión de algunas empresas en el sector durante los próximos años es abismal, superando los mil millones de euros para el sector, contando con proyectos de distintos tipos de energías renovables: fotovoltaicos, eólica y biomasa principalmente. Además, hay miles de proyectos de producción de energía eléctrica a escalas menores en desarrollo.
El apoyo a estas medidas desde la Junta de Andalucía es constante, involucrándose cada vez más en el sector de las energías renovables mediante prevenciones de incendios para no perder superficie verde, haciendo un consumo responsable de las reservas de agua, así como del tratamiento y depuración de la misma, lo que en el pasado ha llevado a sanciones a la comunidad andaluza.
Actualmente, la Junta está llevando a cabo un estudio para apostar por el Hidrógeno como combustible ecológico que se plantea como una de las claves para un futuro limpio y verde. También se quiere lograr que la producción de residuos sea cero, haciendo posible que todos los residuos que provienen de las distintas industrias puedan reutilizarse con un valor añadido.
Dentro de las principales industrias se está empezando a considerar utilizar los purines y el estiércol de los animales para la producción de biogás mediante gasificaciones, logrando obtener energía eléctrica a partir de residuos orgánicos. Dentro del sector agrícola, también podrían emplearse los residuos vegetales no útiles para la alimentación para la peletización de los mismos para calefacción urbana o para la producción de biocarburantes líquidos como el biodiésel y el bioetanol.