Un inmueble dotado de un Sistema de Gestión Técnica de Instalaciones en la Edificación (SGTE), es aquel que posee un conjunto de instrumentos que realizan una función de automatización para diversos fines, como gestión de la energía, control y accionamiento de receptores de forma centralizada o remota, sistemas de emergencia y seguridad en edificios, sistemas automáticos de elevación de puertas, persianas, toldos, cierres comerciales, sistemas de regulación de climatización y otros aparatos, que tienen requisitos específicos recogidos en las Directivas europeas aplicables conforme a lo establecido en el artículo 6 del Reglamento Electrotécnico para Baja Tensión.
Estos SGTE según su ámbito de aplicación se denominan como Domótica e Inmótica.
La domótica es el conjunto de tecnologías aplicadas al control y la automatización inteligente de la vivienda, que permite una gestión eficiente del uso de la energía, que aporta seguridad y confort, además de comunicación entre el usuario y el sistema.
La Inmótica, por su parte, es el conjunto de tecnologías aplicadas al control y automatización de hoteles, centros comerciales, escuelas, hospitales, universidades y edificios terciarios.
Por tanto, las principales diferencias entre la domótica e Inmótica, según podemos extraer son las siguientes:
– Superficie en la que se implantan.
– Aplicaciones y usos.
Como consecuencia, la domótica, está más orientada hacia los productos propios de un hogar, como electrodomésticos, persianas, sistemas de climatización, bombillas, etc. Siendo su objetivo principal, sobre todo, generar el máximo confort en la casa, la comunicación entre el sistema y las personas que la habitan y, por supuesto, optimizar y reducir el consumo de energía, con el consiguiente ahorro en las facturas.
La Inmótica, por contra, está más orientada a la optimización del consumo energético a gran escala y su objetivo es conseguir un máximo ajuste, ahorro de energía y dinero, y la eficacia en la gestión de los edificios.
La tecnología que requiere la implantación de un sistema domótico o inmótico debe mantener un equilibrio entre la sencillez, la versatilidad y el coste. Así pues, las cualidades generales que deben tener dichos sistema son las siguientes:
– Flexibilidad. La flexibilidad permite realizar modificaciones, ampliaciones o adaptarse a nuevas tecnologías o necesidades con más facilidad. La flexibilidad se obtiene dejando espacio para futuras ampliaciones, permitiendo la instalación de subsistemas modulares, empleando protocolos abiertos y estándares.
– Accesibilidad. La accesibilidad está relacionada con la facilidad de acceso y uso del sistema por cualquier tipo de persona, en especial por aquellas que tengan alguna discapacidad o de edad avanzada.
– Sencillez. La sencillez se define por oposición a la complejidad. Un sistema sencillo es más fiable que uno complejo, tiene menor probabilidad de fallo.
– Sin mantenimiento. Uno de los objetivos del diseño es que el sistema requiera del mínimo mantenimiento posible y que, en caso de necesitarlo, sea fácil el acceso a las partes de la instalación sensibles.
El objetivo último de la domótica es facilitar la vida del usuario. En este sentido todas las situaciones que alteren el estilo de vida de éste o le representen alguna dificultad deberán ser evitadas. Un ejemplo es considerar la situación de la instalación ante un corte de luz o fallo de la instalación. Las persianas, por ejemplo, han de poder accionarse de modo manual, o los elementos críticos han de disponer de sistemas de respaldo o redundantes.