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Compliance gris: Las buenas personas y las menos buenas

La ética en el mundo del cumplimiento normativo

Viendo una serie de abogados y política, de esas que “enganchan”, una abogada le replicaba a un candidato a Gobernador de los EEUU que “las malas personas se aprovechan de las palabras de las buenas personas”. Esto podemos trasladarlo al Compliance gris. Podemos ampliarlo también a los actos. Quien hacía de buena y de mala, lo dejo a la libre elección de cada uno.

Visto así, podría ser sin más una parte del guión de la serie, en concreto de ese episodio, que no tendría más repercusión o carga de profundidad si no fuera porque me quedé reflexionando sobre dicha frase. Y lo cierto es que, bien analizada, la frase tiene mucho más recorrido de lo que parece.

¿Qué es el Compliance gris?

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En el mundo del Cumplimiento, o del Compliance, una frase como esta puede hacer un gran servicio en cuanto a mostrar los “recovecos” o resquicios que “los malos” siempre encuentran en las buenas acciones de “los buenos”.

Cuando hablamos de que “esta persona o aquella otra no tienen maldad o doblez alguna”, sinceramente ¿a qué nos estamos refiriendo? Desde mi punto de vista, y como una persona más que soy, creo que nos referimos a que esa persona en concreto actúa de buena fe, sin esperar nada a cambio, es decir, se da a cambio de nada.

Abundando más, todo parece apuntar a que es transparente, sincera, honesta…noble podríamos concluir. Esto es lo que todos esperamos que siempre ocurra, encontrarnos con personas así, que si tienen algo que decirte te lo digan y, si es algo que pudiera resultar un reproche, por ejemplo, pues lo solucionamos como personas adultas, maduras y formadas. Y a otra cosa. Pero ¿y si resulta que no es así? ¿Y si esa persona, finalmente, tras su “escudo” de ficción esconde la realidad de lo que es, alguien falso, interesado, que no tiene reparo alguno en engañar y aprovecharse de una situación para conseguir algo?

Esta situación que por desgracia ocurre a menudo, puede extrapolarse perfectamente al ámbito empresarial. Si sustituimos las personas por las empresas, aunque se trate igualmente de personas al fin y al cabo, podemos encontrarnos con situaciones como las descritas y que nos harían pensar en Compliance.

Al igual que sucede con las personas, las empresas también se distinguen entre buenas y “menos buenas”. Y ello no sólo tiene que ver con que las personas que las integran lo sean (buenas o malas) o no, o quienes las lideran no den la talla como seres humanos, puesto que podemos encontrarnos de todo, personas deshonestas en empresas lideradas éticamente y viceversa.

Pues bien, si tenemos esto último en cuenta, somos las personas en cualquiera de los casos (seamos o no los líderes de una organización) quienes tenemos en nuestra mano saber cómo actuar, si tomando como bandera el “todo vale para llegar al objetivo” o analizando las opciones posibles para conseguirlo de manera razonable, ética y adecuada. Es a esto a lo que me refiero con Compliance gris…

Las empresas tienen entre sus principales objetivos ser rentables, si no es el principal de todos ellos. Creo, estaremos todos de acuerdo, que sin rentabilidad no hay continuidad, y todo sería poesía. Y la rentabilidad pasa por la preparación de quienes forman una empresa, por su dirección, por la estrategia, por el espíritu de avanzar y crecer. Y hay quienes lo suplen yendo por atajos que acortan los esfuerzos y “acercan” los éxitos, aunque quizás en vez de acercarlos los estén alejando.

No quiere esto decir que los atajos sean no éticos o contrarios a las buenas prácticas empresariales, pues pudiera ocurrir que algunas organizaciones fueran más laxas en cuanto a estrategias, perfiles profesionales, menor calidad, o que necesitaran menos “esfuerzos” que otras por estar altamente especializadas en un producto y/o servicio concreto.

Pero si comparamos organizaciones de características similares, y observamos diferencias relevantes en lo que se refiere a resultados, evolución más/menos rápida o alguna otra peculiaridad significativa, pudiera suceder, y no es una ciencia exacta, que estuvieran valiéndose para ello de las experiencias y desempeños de aquellas otras organizaciones bien “organizadas”, valga la redundancia, extrayendo para sí las conclusiones positivas y alterando su significado con tal de llevarse “el ascua a su sardina”.

Esto, así planteado, no conlleva ilicitud o mala praxis alguna. El mercado es libre, la competencia es sana, pero siempre que se respeten las reglas de juego, es decir las normas. Y una vez más, somos las personas las que estamos obligadas a competir en “buena lid”.

Si las personas menos buenas utilizan las intenciones de las personas buenas, en principio no habría problema en ello, al menos así me lo parece. Sin embargo, sí surgiría cuando, al utilizarlas se tergiversaran de forma espuria o falsa para conseguir de esta manera los fines que ambas partes persiguen. Si así fueran manipuladas, y desde la perspectiva de la rentabilidad sin más, estaría incurriéndose en aquello que el Compliance no admite, y que es llegar al objetivo sea como sea.

La cultura, la reputación, juegan un papel definitivo en nuestros días. Ante la desconfianza generalizada en la sociedad por los grandes escándalos económicos, malas conductas y falta de ejemplaridad, los esfuerzos deben ser mayores y constantes. Realizar una misma actividad o proceso que un competidor, sin pensar en la mejora continua, en la calidad, en definitiva en la Responsabilidad Social que cualquier organización tiene (económica, legal, ética y filantrópica < A.Carrol>) deja en muy mal lugar a quien la lleva a cabo, aunque en apariencia parezca ser quien no es en realidad.

Al final, y por mucho que nos empeñemos, la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal nos lleva a un debate filosófico: qué es el bien y qué es el mal para cada uno de nosotros. El cumplimiento normativo no está exento de este debate, sino que es ahí donde está la línea que podemos denominar como Compliance gris.

No cabe duda de que lo que es bueno para uno puede no serlo para otro. Como decía Aristóteles, si el resultado que se obtiene tras realizar una acción es bueno para una persona, eso es porque dicha acción es buena, y por tanto la acción que no consiga ese resultado será una acción mala. Pero puede ocurrir que una persona menos buena obtenga también un buen resultado para ella habiendo utilizado una acción que no podría considerarse como buena. ¿Será entonces también una acción buena? ¿Desde qué perspectiva?

Por eso, en la función de Compliance no todo es negro ni todo es blanco. Los grises son muy protagonistas en el día a día de la gestión en la organización. Ser drástico o radical no es la opción que se persigue, de ahí que la reflexión y el compromiso vayan de la mano para proporcionar la mayor certidumbre deseada en la toma de decisiones, de modo que podamos enfrentarnos a los retos y riesgos siendo responsables socialmente…y rentables, por supuesto.

Definitivamente, utilizar las palabras de las buenas personas no es malo, siempre y cuando se haga por convicción y no sólo por conveniencia…pues como también dijo Aristóteles, “la virtud es el hábito por el que el hombre se hace bueno y realiza bien la obra que le es confiada”…

Si quieres conocer más reflexiones sobre Cumplimiento normativo y Protección de datos, visita nuestro blog.

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