Se entiende por conflicto de interés la situación en que los intereses de la organización y los intereses de las personas empleadas en esta (normalmente aquellos que ocupan puestos en la alta dirección, aunque este fenómeno se puede producir a cualquier nivel dentro de la organización) no se encuentran en armonía. Los conflictos de interés suelen tener su causa en relaciones personales o intereses económicos.
Identificar el conflicto de interés
Para identificar las situaciones en que puede darse el riesgo de conflicto de interés, resulta relevante entender que cualquier persona dentro de la organización estará expuesta a tal situación, con independencia de su puesto en la organización, incluyendo a personal directivo o a la propia Alta Dirección. Ahora bien, dependiendo del lugar que ocupe la persona implicada dentro del organigrama, la gravedad del riesgo materializado será distinto.
Si bien es importante diferenciar el riesgo de corrupción del riesgo de conflicto de interés, no es menos cierto que un conflicto de interés mal gestionado puede derivar en un acto de corrupción.
Los conflictos de interés mal identificados o no gestionados correctamente pueden poner en entredicho la existencia de la cultura de cumplimiento dentro de la organización. Además, como consecuencia, podría suponer un riesgo para la integridad de la empresa, así como de la persona implicada en cuestión.
De todo lo anterior se desprende la importancia de una efectiva identificación y gestión de los conflictos de interés por parte de la función de Cumplimiento. Si no se gestionan los conflictos adecuadamente, podrían llegar a materializarse determinados riesgos como el fraude, el soborno, la corrupción, el blanqueo de capitales o una posible mala comercialización de productos.
Prevenir los conflictos de interés
Es esencial entender que este tipo de conflictos no son fáciles de evitar. Precisamente por ello, es de vital importancia tratar de prevenir las consecuencias y de eliminar algunos de los factores que dan lugar a la materialización de los conflictos de interés. De ahí la importancia de implementar buenas prácticas o determinadas pautas que se deben fomentar dentro de la organización.
Ejemplos de estas buenas prácticas son: el mantenimiento de un registro de conflictos de interés en la organización, la remuneración a las personas empleadas de forma que se eviten necesariamente los conflictos de interés o, como uno de los mecanismos de control más necesarios que podemos mencionar, la formalización de una Política de Conflicto de Interés.
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