En el seno de una organización, la función Compliance desempeña un papel fundamental para la detección, prevención y gestión de infracciones y delitos cometidos en el contexto de las actividades empresariales, incluidos aquellos que no comporten responsabilidad penal de la persona jurídica. Sin embargo, su eficacia depende en gran medida del liderazgo del órgano de gobierno, de los objetivos de Compliance y, especialmente, de la percepción del control existente.
Los dos primeros factores se pueden identificar respondiendo a las preguntas: cuáles son las líneas rojas que ha trazado la organización y cuántos medios ha adoptado para evitar que alguien las traspase. La percepción del control existente, por otro lado, está estrechamente vinculada con las acciones de publicidad y concienciación en materia de Compliance y con la severidad o laxitud con la que se persiguen las infracciones y se aplica el sistema disciplinario.
La percepción del control está vinculada con la eficacia de la función Compliance, no porque se mejoren o aumenten las medidas de control implantadas, sino porque tienen mayor impacto en las personas, que no olvidemos son quienes realizan las acciones infractoras o tipos delictivos.
Durante la década de los 60, en Estados Unidos, el psicólogo Philip Zimbardo realizó una serie de experimentos sociales concluyendo que la percepción de desorden y el crimen suelen estar vinculados, siendo el último un producto del desarrollo libre del primero. Fruto de estos experimentos nace la Teoría de las ventanas rotas, que postula que si una ventana de un edificio se rompe y no se repara, el resto de ventanas del edificio pronto se romperán, dando esta sensación de desorden, que da lugar a la comisión de delitos. En cambio, un mayor cuidado y mantenimiento del entorno urbano, por lo general, disminuye el vandalismo y la criminalidad.
En una organización ocurre lo mismo. Por ello, es importante que la función de Compliance trabaje la percepción del control buscando producir una sensación de orden y de tolerancia cero con las infracciones del código ético, por insignificantes que estas sean.
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