“14 de abril de 2021: El magnate de los negocios Bernard Madoff fallece a los 82 años en su residencia de Los Hamptons”. Este hubiese sido el titular de los diarios estadounidenses si no fuese porque hace 13 años, en 2008, se descubrió que Bernard Madoff había ejecutado durante mas de tres décadas la mayor estafa piramidal de la historia.
Mayor estafa piramidal de la historia
Se estima que con dicha estafa llegó a defraudar una cantidad superior a los 60.000 millones de dólares, y entre los defraudados figuraban entidades bancarias y aseguradoras, fondos de inversión y banca privada, fundaciones y organizaciones caritativas, grandes personalidades del cine y del deporte y adinerados miembros de la sociedad judía estadounidense de la que el propio Madoff formaba parte.
Por este motivo fue condenado a una pena de prisión de 150 años, y su fallecimiento no copó los periódicos de Estados Unidos sino de todo el mundo. El titular se asemejaba mucho más a “Fallece en prisión Bernard Madoff, el mayor estafador de Wall Street” que al que encabezaba este post.
Que alguien fuese capaz de estafar una suma de dinero tan elevada, durante un periodo de tiempo tan largo y a organizaciones y personas con altos conocimientos financieros, nos puede llevar a pensar que la estafa que Madoff creó era un entramado muy complejo de sociedades y movimientos de fondos imposible de rastrear por reguladores y de analizar por analistas privados. Nada más lejos de la realidad.
El propio Madoff afirmó sobre las investigaciones de los reguladores (SEC): “En cada ocasión me ponía enfermo, pensaba que me cogerían. Sólo deberían haber comprobado las cuentas con la sede central de Wall Street o los tratos que hacía con las empresas que negociaba”.
La estafa piramidal
Teniendo en cuenta estas afirmaciones, parece que la estafa es bastante más sencilla de lo que hubiéramos podido pensar. Si tan fácil fue llevarlo a cabo, ¿en qué consiste una estafa piramidal?
Una estafa piramidal se caracteriza por retribuir a los inversores originales con los fondos invertidos por los inversionistas nuevos, de forma que puede ofrecerse una alta rentabilidad a los originales a costa del capital invertido por los nuevos.
Así de simple, los fondos de los inversores nunca llegan a estar invertidos y se utilizan para retribuir a los que entraron en la estafa con anterioridad de forma que los inversores obtengan la rentabilidad prometida sin descubrir que sus fondos no están invertidos en ningún producto financiero.
De esta forma y según crece la pirámide, es decir, conforme aumenta el número de inversionistas, cada vez son necesarios un mayor número de partícipes nuevos para poder retribuir a los inversores originales y poder perpetuar la estafa.
Es esta última característica la que confiere a la estafa su nombre, puesto que la base de la pirámide (inversores nuevos) siempre ha de ser más grande que la cúspide de la misma (inversores originales).
Descubrimiento de la estafa
La estafa se descubre cuando llega un momento en el que no es posible captar suficiente capital nuevo que permita abonar la rentabilidad prometida a todos los inversores anteriores.
En ese momento, cuando comienzan a realizarse retiradas masivas de fondos, es cuando se descubre que los fondos invertidos por los partícipes han sido destinados a abonar intereses y no se ha invertido en ningún producto financiero, por lo que no es posible recuperarlos.
Cantos de sirena
Intentemos, en la medida de lo posible, sacar algo positivo y aprender una gran lección de la que hasta la fecha ha sido la madre de todas las estafas piramidales.
Madoff ofrecía rentabilidades muy elevadas, cercanas al 10% – 12% anual, de manera consistente independientemente del comportamiento de los mercados. Gracias a estas grandes rentabilidades y al privilegiado status que logró dentro de la alta sociedad estadounidense fue capaz de captar nuevos inversionistas con los que retribuir a los originales.
Es por eso que conviene recordar, y más considerando el entorno de tipos bajos que vivimos en la actualidad, que nadie da duros a tres pesetas, y que cualquier inversión, como la mayor parte de los procesos, requiere de tiempo y paciencia.
No hay que dejarse llevar por cantos de sirena que prometen retornos infinitos e incrementos inverosímiles de la cantidad invertida.
Si interiorizamos que los mercados son volátiles por naturaleza y que el binomio rentabilidad-riesgo nos indica que para obtener rentabilidades superiores hemos de asumir mayores niveles de riesgo, la mayor estafa piramidal de la historia habrá servido para algo.
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